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La Fe No Se Rinde: El Viaje del Patriarca Pizzaballa y la Resistencia Cristiana en Tierra Santa.


En medio de uno de los momentos más delicados de la historia reciente para los cristianos de Jerusalén y Gaza, el Patriarca Latino de Jerusalén, el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, logró salir hacia El Vaticano para asistir a los servicios fúnebres del Papa Francisco y, posteriormente, al esperado cónclave que elegirá al nuevo pontífice.


La situación no ha sido sencilla. La comunidad cristiana palestina ha vivido bajo una férrea persecución por parte de sectores judíos sionistas extremistas. En Jerusalén y especialmente en Gaza, las restricciones y agresiones han buscado asfixiar su presencia, pero la fe se mantiene firme, arraigada como un roble que resiste las tormentas más violentas.


Hace apenas unos meses, a Pizzaballa se le prohibió la entrada a Jerusalén, en un acto que encendió alarmas en la comunidad internacional. Fue necesaria la intervención directa del propio Papa Francisco para revertir aquella medida injusta, un testimonio más de las crecientes tensiones y de la resistencia silenciosa de una fe que no se resigna a desaparecer.


Los videos que circulan en redes sociales e informes de prensa son estremecedores:

En la Iglesia de la Sagrada Familia de Gaza, cristianos se agrupan temerosos mientras escuchan los estallidos de bombas cayendo cerca, en un bombardeo israelí que pone en peligro sus vidas y su santuario.

Otro video muestra los escombros de la Iglesia de San Porfirio, una de las tres más antiguas del mundo, atacada meses atrás. Ahí, entre ruinas, voluntarios buscan con desesperación sobrevivientes entre los restos de uno de los templos más emblemáticos de Gaza.


Lejos de ser un mero observador, el Papa Francisco mostró una cercanía humana sin precedentes. En diciembre, sostuvo video llamadas con cristianos en Gaza y, en días particularmente difíciles, llegó a llamarlos diariamente por celular, brindándoles palabras de aliento en medio de la tragedia.


Hoy, en las vísperas de un cónclave crucial para el futuro de la Iglesia, el nombre del Cardenal Pizzaballa resuena con fuerza entre los fieles. Para muchos cristianos católicos, él representa no solo la continuidad de una fe resistente, sino también la esperanza de un liderazgo que entienda el sufrimiento de las minorías perseguidas.


El futuro de la Iglesia Católica parece entrelazado, más que nunca, con los ecos de una fe que se niega a rendirse, aún bajo el estruendo de la guerra.




 
 
 

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